A simple vista, cualquiera podría pensar que es un caso simple: un corazón roto, un cuchillo, un muerto. Hace algunas horas, retiraron de la casa el cuerpo sin vida de Julián Otero, quien fue mi amigo por los últimos 20 años. Los forenses apuntan a que un ataque de celos de su ex habría desencadenado la tragedia, pero yo sé que no es posible. Conocí a la que una vez fue una feliz pareja y puedo decirles que lo que tratan de argumentar no es cierto. Sé que aquí hay algo más, lo presiento. Se preguntarán quién soy, aunque eso no es importante ahora. Solo les diré que Julián era mi amigo, y por nuestra amistad la policía pensó que sería un riesgo que metiera las narices en la escena del crimen. Por intentarlo, ahora tengo un golpe en la mandíbula, una costilla fisurada y el orgullo por el piso. Es imposible que yo me acerque al lugar, me tienen vigilado. Por eso los necesito a ustedes. ¿Qué quiero? Justicia. Saber realmente qué pasó con la muerte de mi amigo y descartar que su ex fue la responsable, sé que ella es inocente, tiene que serlo. Dentro de una hora, la policía volverá de su pausa para comer. Su misión es averiguar qué pasó realmente en esa habitación, donde el homicidio tuvo lugar, y que el equipo forense de la policía no pudo o no quiso descubrir. Ustedes deben encontrar pistas, antes de que los atrapen en la escena del crimen y terminen con una costilla fisurada como yo. Recuerden, este caso esconde más secretos de lo que aparenta. Sé que solo ustedes podrán ayudarme, buena suerte, amigos.