Nos encontramos en la casa N.º 33 de la calle Legrou. Una casa típica de barrio, igual a cualquier otra, ubicada en un barrio tranquilo, como cualquier otro, bueno, así lo fue hasta la llegada de la familia Torres. La casa pronto comenzó a tomar notoriedad en la zona. Más allá de los gustos excéntricos y de las costumbres particulares de la familia, formada por un padre, una madre y una hija. Lo que más perturbaba a los vecinos era que, desde su llegada, todas las noches podían oírse gritos aterradores provenientes de esa casa. Poco a poco todo el mundo comenzó a evitar por allí, incluso la policía. Fueron dos meses de puro desconcierto y desesperación hasta que, de un momento a otro, las noches volvieron a ser tranquilas. Lentamente las cosas volvieron a la normalidad. La casa permaneció cerrada y en silencio. Las persianas siempre bajas y, de noche, ninguna luz en las ventanas. Algunas teorías y rumores comenzaron a girar entorno a la misteriosa familia: aparentemente, el Sr. Torres era un coleccionista de rarezas, poseía un repertorio de objetos particulares, asociados a diferentes cultos conocidos por venerar las artes oscuras, la magia negra y los fenómenos paranormales. Ustedes son un grupo de desafiantes ladrones que han sido contratados por alguien anónimo para robar un amuleto muy específico, oculto en algún lugar de esa casa. Debería ser un trabajo sencillo, entrar, robar, salir...