Era raro que el profesor Altarriba faltase a sus clases. Era aún más extraño que se saltase su clase de ballet de las 5 de la tarde, y olvidara el tutú en su taquilla. Pero era algo inaudito que don Alejandro no se presentase a la reunión del periódico de la universidad para decidir si dejábais de usar el término “más mejor” y utilizar “mucho mejor”, porque, por supuesto, suena más mejor. Al llegar a su despacho, la puerta estaba abierta. Una extraña voz resuena en el interior: -¡No me piséis lo fregao’, hombre ya! A pesar de estar dentro Paco, el conserje de la universidad, todo está más desordenado de lo acostumbrado... como el escenario de un registro policial, pero sin donuts ni rastro del profesor. No responde ni en su casa, ni en su móvil, ni en el Tinder, cosa rara rara. De repente, se desliza un sobre bajo la puerta. Al ver que no es propaganda electoral ni una factura de Endesa, decidís abrirla por si contiene dinerico rico. Dentro, una nota manuscrita dice: “Necesito a los mejores periodistas para ayudarme con esto, pero están todos ocupados y por eso os llamo a vosotros. Debéis ir a una casa escondida en un pequeño sótano, en la calle Luis Vives 6, en Madrid. No es el Palacio Real, pero tampoco es el antro al que vais de copas los fines de semana, gañanes. La puerta tiene un sutil tono “morado puñetazo” (se ve que el dueño quiere pasar desapercibido). Bruno, el nervioso mayordomo, será vuestro contacto. Tenéis que ayudarme a desvelar la noticia más importante desde que el Vaticano suprimiese el número 69 de su callejero. No os digo más, que así dejo cierto halo de misterio. Ah, y dejad de copiar en mis exámenes, leñe. Atentamente: Alejandro Altarriba” Sin pensarlo ni un minuto os ponéis en camino a la dirección indicada, pues como en los mejores dramas, lo de llamar de antemano a la policía para que se encarguen ellos, es tontería. ¡Quién sabe lo que encontraréis al llegar…! ¿Misterio? ¿Traición? ¿...o una sala de escape?